Las ratas también saben de música

Pensar que nosotros, los humanos, somos la única especie en la tierra que disfruta de la música no es del todo acertado. Dos experimentos ideados por el investigador japonés Hirokazu Takahashi han demostrado que el cerebro de las ratas reacciona de manera similar al de las personas cuando se las expone a una canción. Aunque los pequeños roedores carecen de la capacidad de componer melodías, sí disponen de una sincronización innata al ritmo que les permite identificarlo y seguirlo sin haber sido previamente expuestos a este.

Los dos experimentos para investigar sobre el ritmo cerebral de las ratas se realizaron en paralelo. Mientras que, en uno con los roedores sedados, observaron como la transmisión de sonido quedaba registrada a través de la resonancia magnética, en el otro analizaron la reacción de sus neuronas a una serie de estímulos sonoros simultáneos. Seguidamente, en ambos casos, les pusieron a los animales intervalos de 60 segundos de una misma canción. Los dos experimentos probaron lo mismo: que los animales respondían a la música de forma automática.

El misterio del bloop

En 1997 los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) captaron un inusual y extremadamente poderoso sonido frente a las costas de Chile, que luego fue apodado bloop. Inmediatamente atribuido a una desconocida criatura marina gigante, el acontecimiento despertó un gran interés y atrajo a la prensa local, especialmente por una extraña coincidencia: el bloop se originó aproximadamente en el lugar de la ciudad submarina imaginaria de R'lyehche, escenario de la novela de Lovecraft La llamada de Cthulhu, y hogar del monstruoso pulpo gigante Cthulhu.

Aunque la última versión oficial apoyada por la NOAA atribuiría el bloop al desmoronamiento de un gran iceberg, la imaginación colectiva y la creencia popular siguen atribuyendo este sonido a algo aterrador y mitológico.

Fotografías hechas con sonido

La ecografía es una transmisión de ultrasonidos a través del tejido humano. Las ondas sonoras golpean las partes del cuerpo que se examinan, vuelven y se transforman en imágenes que se pueden ver en la pantalla del ordenador, como la imagen de un bebé que va a nacer todavía en el vientre de su madre.

Software de sonido

Escuchar música a un volumen elevando a través de los auriculares es para muchos una de las mejores formas de desconectar y aislarse de la rutina diaria. Pero a largo plazo, este hábito es muy perjudicial para nuestra salud. Para el 2050 cerca de mil millones de personas (1 de cada 10) tendrán una pérdida de audición.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva varios años abordando este problema con el proyecto Making Listening Safe. Junto a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 2019 estableció una nueva norma internacional para la producción y el uso de dispositivos de audio y smartphones, con el objetivo de hacer más segura la escucha. El biólogo y director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus puso en valor la necesidad de reaprovechar los conocimientos tecnológicos para prevenir la pérdida de audición.

Los dispositivos tendrán que estar equipados con la función Sound Allowance, que es un software que puede perfilar los patrones de escucha, controlando tanto la duración como el volumen del sonido en los auriculares, e informar al usuario para que sepa si está o no expuesto al peligro. El programa también tiene una función de reducción automática del volumen y, en el caso de los menores, la supervisión de un adulto.

Las orejas de las ballenas

Muchas especies de peces y mamíferos marinos, como los cetáceos, son muy sensibles a los sonidos y dependen de ellos para orientarse, encontrar comida, localizar una pareja, evitar los depredadores o comunicarse. Para ello, emiten ondas sonoras de alta frecuencia desde una cavidad cerca del orificio de soplado. Estas ondas son reflejadas por el objetivo (el obstáculo o la presa), y el cetáceo las recoge de nuevo y su cerebro las interpreta y cartografía. Sin embargo, incluso en el mar, la contaminación acústica puede convertirse en un grave problema.


Cuando las ballenas y los delfines perciben y se alejan de un peligro potencial - como el ruido producido por un sonar - aumentan su gasto de energía en un 30% aproximadamente, limitando sus reservas de oxígeno y su capacidad de orientación. Este esfuerzo físico es una de las causas de los varamientos masivos a lo largo de las costas que cada vez vemos con más frecuencia en los medios de comunicación.

Para evitarlo, se han puesto en marcha varias iniciativas para proteger estas especies y nuestros mares. Una de ellas es un proyecto internacional de investigación para reducir el ruido en la zona del Mediterráneo, en el marco del ACCOBAMS (Acuerdo para la conservación de los cetáceos en el Mediterráneo, el Mar Negro y las zonas atlánticas contiguas), y el Santuario de Pelagos, una zona marina protegida para los mamíferos marinos.

El canto de las ballenas jorobadas

"La frecuencia del amor" es un proyecto de Huawei y WWF que transforma el canto de las ballenas en música gracias a la aplicación Deep Dive. De esta forma, las frecuencias de las vocalizaciones de las ballenas jorobadas se convierten en una melodía comprensible para el oído humano. El proyecto muestra cómo la tecnología más avanzada y el uso del lenguaje universal que es la música pueden ayudarnos a disfrutar plenamente de la belleza de la naturaleza, acercándonos al maravilloso mundo marino.

Relajarse con el sonido

El didyeridú es un instrumento de viento considerado sagrado por los nativos australianos, que lo utilizan en rituales y ceremonias especiales ligadas a la cosmogonía aborigen. Está hecho de una rama de eucalipto ahuecada por las termitas. El tubo de madera hueco se toca colocando y haciendo vibrar los labios en la boquilla. El músico adopta una técnica de respiración que le permite no interrumpir el sonido y modularlo en varias frecuencias. De esta manera se producen una serie de vibraciones muy particulares que tienen un efecto relajante en el que las escucha.

Escucha tu voz

¿Alguna vez te has sorprendido al oír tu propia voz grabada y te ha parecido extraña? Un método simple y divertido para escuchar tu verdadera voz, como la escuchan otros, es tomar dos láminas de cartón y colocarlas a lo largo de tu cara, directamente frente a tus oídos. De esta manera, tu voz, después de sortear el obstáculo, atravesará el aire interfiriendo con los diferentes elementos del entorno, como la humedad, el número de personas y el tamaño del espacio en el que te encuentras. Así el sonido que sale de tu boca volverá a tus oídos con las mismas características con las que llegó a los oídos del oyente...

¡Aísla un sonido!

¿Sabías que puedes crear una herramienta para aislar un determinado sonido en un entorno ruidoso? Conecta dos tubos de material corrugado (del tipo que se usa para pasar cables eléctricos) a unos auriculares. Une los extremos de los tubos a un embudo (que puedes preparar a partir del cuello de una botella de plástico). ¡Ahora solo tienes que ponerte los auriculares y apuntar el embudo hacia una fuente de sonido!

El sonido del París del siglo XVIII

Después del incendio que dañó la catedral de Notre Dame de París en abril de 2019, comenzó la planificación para restaurar las partes deterioradas y reconstruir las destruidas. Entre los objetos que sobrevivieron al incendio, se encontraba el más grande de los tres órganos de la catedral, que sufrió daños pero que aún funciona. Sin embargo, la acústica del edificio se vio dañada por el incendio, y tendrá que ser restaurada.

Para hacerlo, el equipo de arquitectos cuenta con un estudio realizado en 2015 por un grupo de historiadores coordinados por el arqueólogo Mylene Padeon. El estudio toma su nombre del mapa Turgot-Bretez, un mapa muy detallado de la ciudad de París elaborado en 1739 que sigue siendo la referencia para la reconstrucción de la historia arquitectónica de la ciudad.

El estudio de Bretez ha reconstruido digitalmente el aspecto y el sonido de París en el siglo XVIII, cuando las calles eran estrechas y estaban desparramadas con pequeñas tiendas y carros tirados por caballos. El mismo sonido de los cascos de los caballos en la calle caracteriza este viaje en el tiempo, junto con los sonidos de otros animales, el flujo de agua y las voces de las personas que poblaron las calles. Puedes encontrar un vídeo aquí.