¿Has imaginado alguna vez escuchar el mar acercando tu oído a la cavidad de una gran concha? En la ciudad de Zadar, en Croacia, el arquitecto Nikola Basic ha intentado recrear el suave flotar de las olas rompiendo en la costa con un evocador órgano escalonado que recorre todo el puerto. El Morske Orgulje es el nombre de este ambicioso proyecto arquitectónico formado por una escalera con 35 tubos de diferentes tamaños en su interior que consiguen dar voz al suave y armonioso ritmo del mar, produciendo una sinfonía continua y puntuada por el movimiento de las olas. Esta maravilla arquitectónica, que se ha convertido en el símbolo de la ciudad, ofrece a los transeúntes una disposición siempre cambiante y aleatoria que depende de la fuerza de las mareas; el sonido aumenta o disminuye de intensidad según el mar esté agitado o no. ¡Un verdadero espectáculo para los oídos!

La naturaleza es una fuente inagotable de melodías y es algo que aprovechan artistas, diseñadores y arquitectos que trabajan con los sonidos del agua, la tierra y el aire explotando y acentuando su potencial musical. Mentes brillantes que han creado instalaciones artísticas de indescriptible encanto. Como en Zadar, en Dresde también hay un edificio que juega con la lluvia. Los canalones y las tuberías se han transformado en instrumentos musicales que amplifican el sonido de las gotas de agua, creando un concierto realmente único. En Estonia, en cambio, un grupo de jóvenes estudiantes ha creado megáfonos gigantes para hacer aún más magníficos los sonidos del bosque, desde el susurro de las hojas hasta el piar de los pájaros: estructuras gigantes de madera en las que también te puedes tumbar cómodamente, dedicadas a la escucha y la relajación.