Hay una razón por la que cada voz es diferente. En la garganta hay cuatro pequeños pliegues, las cuerdas vocales. Su nombre puede parecer engañoso, porque en realidad no se parecen nada a unas cuerdas. Sin embargo, al igual que las cuerdas de una guitarra, también se utilizan para hacer música. Gracias a estas “cuerdas”, cada persona puede producir su propia voz. ¿Cómo ocurre eso?
Las cuerdas vocales están situadas en la laringe, la parte media de nuestra garganta. Cada vez que el aire es exhalado desde los pulmones, pasa a través de ellas. En este punto, cuando son movidas por los músculos de su alrededor, las cuerdas vocales vibran con el paso del aire, produciendo un sonido. Cuanto más tensas están las cuerdas vocales, más rápido vibran y más fuerte es el sonido. Por el contrario, si las cuerdas están relajadas, los sonidos son más bajos. Después de salir de la laringe, el sonido emitido entra en la faringe, la parte superior de la garganta, y desde allí pasa a la boca y las cavidades nasales, donde el paladar, la lengua, los dientes, los labios y la mandíbula ayudan a modular las ondas sonoras, que luego se transforman en palabras.
Todas estas partes del cuerpo funcionan como una caja de resonancia, y dan a la voz su timbre, la característica que la personaliza de manera única. Aunque cada voz es única, a través de diferentes tipos de ejercicios puedes afinarla y entrenarla para que pueda ser usada en diferentes tipos de canto y actuación.