Un estudio realizado por Jason Rentfrow, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge, ha demostrado cómo los gustos musicales se adaptan a las necesidades sociales y psicológicas y que estas cambian a lo largo de los años. De los resultados de la investigación, realizada sobre una muestra de más de doscientas cincuenta mil personas durante diez años, se desprende que los adolescentes utilizan la música como medio de rebelión para afirmar su identidad y prefieren géneros como el punk o el metal. Tras pasar la barrera de los veinte años, la música es un vehículo para socializar, y la lista de reproducción personal se enriquece con pop, rap, rhythm and blues y música electrónica. Ya con la madurez, domina la música introspectiva, positiva y relajante, como las piezas sentimentales de folk y blues y las más sofisticadas de música clásica y jazz.