Viendo una carrera de Fórmula E, notamos una diferencia sustancial respecto a las carreras clásicas: no hay ruido de los motores. Como por arte de magia, los vehículos se adelantan entre sí y aceleran con un zumbido atenuado que recuerda más a un enjambre de abejas que al ruido de un monoplaza de F1. El nuevo Campeonato Mundial de Automovilismo de Fórmula E se celebra con coches eléctricos de unos 200 kilovatios que alcanzan los 270 caballos de potencia - a diferencia de los 800 de los coches clásicos - y una velocidad máxima de 225 kilómetros por hora.
Gracias a la tecnología de vanguardia, los coches garantizan un alto rendimiento utilizando energía renovable, una elección que va en dirección de un futuro más sostenible. La primera carrera del campeonato de Fórmula E se celebró el 13 de septiembre de 2014 en Pekín y, desde entonces, el fenómeno está creciendo exponencialmente y despertando el interés de los mayores fabricantes de automóviles. Un enfoque innovador y ecológico que cambia sustancialmente tanto el vehículo como su percepción externa, dando nuevas emociones a nuestro corazón, pero, sobre todo, a nuestros oídos.