En la parte central del Bolsón de Mapimí, una región natural completamente desértica al Norte de México, se encuentra la Zona del Silencio, un antiguo lecho marino rodeado de mitos y leyendas donde la fauna y la flora poco tienen que ver con las especies comunes de la tierra. Si caminamos por sus desérticas calzadas de tierra y polvo, las brújulas dejan de funcionar porque aquí, en la zona más inhóspita de México conocida como la Zona del Silencio, las ondas hertzianas no se transmiten como lo hacen en el resto del planeta: los relojes se detienen y las radios no funcionan. Durante el verano de 1970, un misil lanzado desde una base militar estadounidense perdió el control y se estrelló en la Zona del Silencio. En el interior del proyectil había pequeños de contenedores de cobalto 57, un elemento radiactivo que contaminó la biosfera de la zona.
En la actualidad, muchos son los investigadores que estudian la causa de su peculiaridad magnética, llegando al consenso sobre la existencia de un cono magnético que ioniza la atmósfera, lo que produce bloqueos en todas las frecuencias de radio. Además, la aparición de ejemplares de aerolitos en la región aumenta los rumores en la población de los alrededores, quienes hablan de sucesos místicos y espaciales.